Por Luis Gustavo Ramírez
Cuando
nos sentimos desplazados por la sociedad, tristes o es violentada nuestra
integridad de alguna forma en oficinas públicas o privadas debido a que
atienden primero a alguien que estaba detrás de nosotros porque,
según el personal de servicio, es más importante o tiene un asunto “más
primordial” que el que nosotros traemos, o cuando nos maltratan o nos atienden
de mala manera o bien; no nos solucionan
el problema siendo su responsabilidad
entonces nuestra mente empieza a
trabajar muy rápidamente y nos molestamos. Por supuesto es una reacción normal;
a nadie le gusta que prefieran más a otro que a uno mismo o que pisoteen
nuestros derechos.
En
estos momentos viene el orgullo, los principios de respeto que nos
inculcaron nuestros padres y decidimos
reclamar haciendo valer nuestros derechos, nos quedamos callados esperando otra
vez nuestro turno o bien; nos vamos sin
decir una palabra tragándonos con aceite nuestra frustración.
Lo
anterior es algo de todos los días, pues
la mayoría de los funcionarios de servicio al cliente se olvidan de cumplir el
papel correcto dentro de la empresa, no han recibido la capacitación adecuada o
sencillamente no poseen el perfil correcto para desempeñar dicho cargo; diríamos
don de gente? No sé.
Son
pocas las empresas de hoy en día que escogen cuidadosamente el personal idóneo
para atender al público y no son todas las personas que califican para este
papel tan importante.
Los
primeros segundos de una atención constituyen el momento de verdad, que
es cuando el cliente, paciente o huésped se forma una impresión de la empresa a
la que está recurriendo. Dejar a una persona esperando mucho tiempo, atender a
otra persona que estaba después de nosotros, atender de mal modo, con tono
incorrecto o bien atendernos
apresuradamente para salir del paso y dedicarse a otras tareas “mas
importantes” constituye una deficiente
atención, una debilidad inmensa en la empresa
y un perfil non grato de la persona que atiende.
De
nada sirve una excelente fachada, poner uniformes a los empleados, un gran
capital invertido en publicidad y
apariencia cuando en el momento preciso
no se da una adecuada, pronta y solícita atención.
Sucede
en los gimnasios cuando las recepcionistas atienden mejor al que les interesa,
los instructores van detrás de la mujer que les atrae para cortejarla dejando a
los demás clientes al libre albedrío sin importar si alguien se lesiona o no;
en el administrador que no supervisa y no sabe lo que está pasando porque le da
miedo ejercer la autoridad
correspondiente y hasta errores garrafales del dueño que a veces por andar en
“otros negocios” abandona uno de ellos.
Puse
el ejemplo de un gimnasio pues en las empresas públicas y privadas sucede lo
mismo y a veces con mayor gravedad.
La
mala atención se iguala con un frasco de precioso cristal pero
con el contenido de alimentos descompuestos dentro: una vez que se
destapa contamina todo el ambiente a su alrededor; por eso, las gerencias deben asegurarse supervisando
diligentemente su servicio al cliente pues a la postre errores de esta clase
les va a costar muy caro, esto es: la pérdida de clientes existentes,
nuevos y potenciales: el activo más importante para la salud y longevidad del
negocio.
Y
qué hay de las iglesias: podemos encontrar también problemas, no en todas por
supuesto, pero pueden darse situaciones
peligrosísimas si el pastor nunca
tiene tiempo para sus ovejas y si
su orgullo y amor propio aleja la
unción, con el consejero que no sabe escuchar, el maestro que no se prepara a
conciencia y se fundamenta en la
Palabra, el profeta que no mantiene el fuego encendido de su corazón y el oído
consagrado al Señor, el ministro de la música que no busca la santidad y relación
con el Espíritu, el pastor de jóvenes
que desea ser idolatrado y el evangelista que piensa que ha alcanzado la sabiduría absoluta.
¿Porqué
se van los fieles de una iglesia? por resentimientos, por ubicación (algo
lógico y aceptable), por facilidad de
horarios de los servicios (también necesario en estos tiempos de trabajos y
responsabilidades con jornadas irregulares), porque se lo llevó el Señor a su
eterna morada (¡no puede uno negarse a este
llamado!) Pero lo más grave: se van porque encontraron otro lugar que llenó sus expectativas;
porque nunca los escucharon o porque el líder
no tuvo tiempo o cuidado para con ellos.
En este sentido: cual fue el error o debilidad que tenía la iglesia para
que se le dejara, supo el pastor la razón; le importó, o quizá los fieles no se
lo comunicaron; que delicado es este asunto; a Dios gracias no pasa en todas.
Un pastor podrá delegar funciones pero su don es su
bendición y su responsabilidad ante Dios y ante la congregación, y el don mi
amigo, mi amiga no se delega. Juan
10:12-13 dice: “Mas el asalariado, y que no es el
pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas
y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado
huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas”
Día con día los gerentes, propietarios
y administradores responsables se preocupan porque su negocio dé frutos;
realizando reuniones, sesiones de orientación (coaching), dando
motivación y premios a los empleados para destacar su labor y fortaleciendo su imagen con el propósito de
expandir y hacer crecer el negocio, es decir ; buscan la prosperidad y trabajan
por ella.
Recuerdan cuando de niño el Señor Jesús
dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los
negocios de mi Padre me es necesario estar? Más ellos no entendieron las
palabras que les habló. (Lucas 2:49-50).
Yo me pregunto: después de que una persona recibe a Cristo y nace de nuevo
¿qué seguimiento le da el pastor, el líder o el ministro para que no regrese a
su estado anterior y decaiga? Y el que ya está en la iglesia ¿está recibiendo
orientación para que su nivel crezca? ¿Y
qué hay del que tiene un gran potencial y necesita ministración de un pastor
que tenga verdaderamente la armadura de Dios?
Una naranja podrida pudre a las
demás y a la postre daña con moho, humedad y mal olor al canasto que las contiene, aparte que atrae
insectos indeseables, cabe aquí lo que se nos enseña: “Cazadnos las zorras, las
zorras pequeñas, que echan a perder las viñas”(Cantar de los cantares 2:15)
Entonces
es en nuestro hogar, nuestra empresa, el lugar donde trabajamos, nuestra iglesia y donde nos capacitamos que
debemos cuidar el servicio, los pequeños detalles, el cuidado con nosotros
mismos y con los demás; lo que habla nuestra boca, lo que dicen nuestros gestos
y nuestra responsabilidad de acuerdo al don que tengamos o al puesto que
desempeñemos: eso mi amigo, mi amiga
refleja nuestro testimonio.
Y
ni que decir de lo que debe hacer el
pastor, el líder, el gerente o el jefe. ¿No fue el mismo Señor Jesús que se
llamó a sí mismo el Hijo del Hombre porque vino a servir y a dar su vida por
nosotros? y si el discípulo no es más
que su Señor ¿porque pretendemos nosotros ser servidos?
Debemos
meditar qué estamos haciendo:
porque...
”Para
muestra un botón; los demás a la camisa”
Dios
te bendiga
Escrito por Luis Gustavo Ramírez.
Renshi