Ya
amaneció; nos despertamos porque o cantó el gallo, o sonó el despertador
o bien porque nuestro sentido de responsabilidad que conecta el reloj
biológico encendió la alarma. Uhh...después
del día de trabajo que tuvimos ayer, el trajín, lo que caminamos, la congoja
para coger el bus, las presas en el casco capitalino, la clientela, los
compañeros difíciles-en cuenta yo- y la jefatura me cuesta levantarme hoy.
A veces pienso que la vida pasa tan
rápido y que la rutina diaria nos invade tanto que nos hace perder el sentido
de pertenencia, y hasta el sentido de tiempo y espacio. Se nos pasa el día y no
sacamos ni un minuto para pensar que estamos haciendo; si lo estamos haciendo bien,
si nos alimentamos correctamente o si en
casa nos extrañan o quizá desean que nos larguemos; y como no; llegamos tan cansados e irritables que ellos
son los que nos pagan los platos rotos, cualquier detalle de nuestros hijos o
hijas nos saca de quicio y terminamos discutiendo con el conyugue y hasta sacar la basura y meter el carro en el
garaje es una molestia; sentimos que el panorama se vuelve negro y lo único que deseamos es cerrar los ojos y que termine todo, así es
menos doloroso, al menos hasta que amanezca.
Dígame: ¿se le hace familiar esta escena? ¡Por supuesto!! Somos nosotros mismos, cada
instante, cada hora, cada día y así, si
no nos detenemos y hacemos un análisis de lo que está pasando y corregimos
nuestros errores se nos va a pasar la vida sin haberla disfrutado y con el
sinsabor de la derrota.
Lo delicado de pasar el día enfrascados
en lo que nos rodea y en nuestras preocupaciones es perder la atención de
nosotros mismos y más peligroso aun: perder la atención de nuestros actos y
acciones, que aunque pequeños y simples van tejiéndonos una telaraña en la que
terminamos atrapados y cautivos, actos que a la mirada del mundo no significan
nada pero, como veneno mortal que entra
en pequeñas cantidades, paraliza nuestra
voluntad y termina robándonos la bendición, la tranquilidad y la vida.
Sello de muerte
Decía el desaparecido siervo de Dios
hermano Pablo que el seducir a la mujer o el hombre que no nos pertenece
(casado-casada), enviarle flores, cartas de amor u otros detalles llevaba el
sello de muerte. Me permito ampliar este concepto pues para mí también lleva
sello de muerte mirar revistas o periódicos pornográficos o con modelos que
sugieren el sexo libre, buscar en la computadora páginas prohibidas,
simplemente “por curiosidad”, tomar lo que no nos pertenece, embriagarse por
complacer a los amigos o al cuerpo, robar tiempo en el trabajo, robar ideas,
criticar y dar falso testimonio, dar lugar a la pereza, mentir, quejarse
constantemente de lo que tenemos o no, abusar de nuestra autoridad, maltratar a
otros más débiles, estar al margen de la ley para obtener beneficios, decir
palabras vulgares o corrompidas, una forma de vestir no decorosa como un escote
pronunciado buscando seducir; todo esto
lleva sello de muerte porque la amistad con el mundo es enemistad con Dios.
Dice la palabra de Dios
en Cantar de los Cantares Cap. 2 ves. 15 “Cazadnos las zorras, las
zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas están en
cierne”. Leyendo sobre estos animalitos me llamó la
atención que les encanta comerse la flor de la planta antes que de esta flor
salga el fruto (este tiempo se llama cierne); obviamente este fruto no va a
nacer si es comido, de esta manera la viña se convierte en un lugar con muchas
plantas pero sin frutos, una plantación de pura apariencia.
Quizá has pedido a Dios
prosperidad, salud, un mejor trabajo, obediencia de tus hijos, que el dinero te
alcance y te sobre dinero para no quedar tan apretado y no has visto la luz; antes de reclamar o hacer conjeturas debes
revisar tus actos, tus pequeñas acciones;
debes analizar si llevan sello de vida(obediencia a Dios) o de muerte
porque el problema es que lo que sembramos eso también recogemos: si sembramos
prepotencia recogemos desprecio y falta de ayuda; si sembramos maltrato y
gritos recogemos resentimiento, odio y temor; si sembramos persecución
recogemos ataques; si sembramos quejas recogemos desilusión y fracaso, si damos
mal testimonio con qué autoridad corregiríamos a nuestros hijos. Si no buscamos a Dios no
obtenemos ayuda y si sembramos desobediencia perdemos la bendición.
Mi amigo, mi amiga: ¿cuáles
son las pequeñas acciones que te roban la bendición que Dios quiere darte? ¿ cuales son las puertas que estás abriendo
para que las zorras entren y te dañen
las cosechas: tus ojos seductores y
morbosos que reflejan un corazón sin
Dios, tu orgullo que encubre tu sentimiento de sentirte inferior, tu
vocabulario para demostrar que eres macho o tu afán de conquista para llenarte
de trofeos de guerra a base de cadáveres? Solo uno mismo sabe realmente en que está
fallando.
Nos cuenta la Biblia que una vez un hombre
llamado Acán en la conquista de una ciudad codició un maravilloso manto
babilónico, 205 ciclos de planta y un lingote de oro de 50 ciclos de peso y los
escondió bajo la tierra en su tienda, estos objetos eran una mísera parte del tesoro de Dios, sin embargo, esta acción tan insignificante le costó su vida y pagó con la muerte toda su familia porque en ello iba desobediencia,
tomar el nombre de Dios en vano, robo, codicia, mentira, idolatría y
anatema(los objetos debían ser ofrecidos a Dios y quemarse pues habían sido de
pueblos idólatras y el pueblo de Dios no podía contaminarse)
No te equivoques Dios no
puede ser burlado: esconder en la casa,
en la computadora, en tu mente o en tu corazón algo prohibido solo acarrea
maldición, miseria, pobreza y separación de Dios. Jugar con fuego pensando que
nadie se va a dar cuenta te trae destrucción. Arrepiéntete, pide perdón a Dios y
endereza tus caminos, no te contamines más. Invita hoy a Cristo en tu vida.
La
salvación o pérdida de tu casa
empieza contigo: tú decides. Por mi
parte, y como dijo Josué: “yo y mi casa serviremos al Señor”
El
Señor te bendiga
Escrito por:
Luis Gustavo Ramírez. Renshi
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