miércoles, 9 de enero de 2013

Las pequeñas zorras: lo que roba la bendición



Ya  amaneció; nos despertamos porque o cantó el gallo, o sonó el despertador o bien porque nuestro sentido de responsabilidad que conecta el reloj biológico  encendió la alarma. Uhh...después del día de trabajo que tuvimos ayer, el trajín, lo que caminamos, la congoja para coger el bus,  las presas en el  casco capitalino, la clientela, los compañeros difíciles-en cuenta yo- y la jefatura me cuesta levantarme hoy.

A veces pienso que la vida pasa tan rápido y que la rutina diaria nos invade tanto que nos hace perder el sentido de pertenencia, y hasta el sentido de tiempo y espacio. Se nos pasa el día y no sacamos ni un minuto para pensar que estamos haciendo; si lo estamos haciendo bien, si nos alimentamos correctamente o si en  casa nos extrañan o quizá desean que nos larguemos; y como no;  llegamos tan cansados e irritables que ellos son los que nos pagan los platos rotos, cualquier detalle de nuestros hijos o hijas nos saca de quicio y terminamos discutiendo con el conyugue y  hasta sacar la basura y meter el carro en el garaje es una molestia; sentimos que el panorama se vuelve negro y  lo único que deseamos  es cerrar los ojos y que termine todo, así es menos doloroso, al menos hasta que amanezca.

Dígame: ¿se le hace familiar esta escena?  ¡Por supuesto!! Somos nosotros mismos, cada instante, cada hora, cada día y así,  si no nos detenemos y hacemos un análisis de lo que está pasando y corregimos nuestros errores se nos va a pasar la vida sin haberla disfrutado y con el sinsabor de la derrota.

Lo delicado de pasar el día enfrascados en lo que nos rodea y en nuestras preocupaciones es perder la atención de nosotros mismos y más peligroso aun: perder la atención de nuestros actos y acciones, que aunque pequeños y simples van tejiéndonos una telaraña en la que terminamos atrapados y cautivos, actos que a la mirada del mundo no significan nada pero,  como veneno mortal que entra en pequeñas cantidades,  paraliza nuestra voluntad y termina robándonos la bendición, la tranquilidad y la vida.

Sello de muerte

Decía el desaparecido siervo de Dios hermano Pablo que el seducir a la mujer o el hombre que no nos pertenece (casado-casada), enviarle flores, cartas de amor u otros detalles llevaba el sello de muerte. Me permito ampliar este concepto pues para mí también lleva sello de muerte mirar revistas o periódicos pornográficos o con modelos que sugieren el sexo libre, buscar en la computadora páginas prohibidas, simplemente “por curiosidad”, tomar lo que no nos pertenece, embriagarse por complacer a los amigos o al cuerpo, robar tiempo en el trabajo, robar ideas, criticar y dar falso testimonio, dar lugar a la pereza, mentir, quejarse constantemente de lo que tenemos o no, abusar de nuestra autoridad, maltratar a otros más débiles, estar al margen de la ley para obtener beneficios, decir palabras vulgares o corrompidas, una forma de vestir no decorosa como un escote pronunciado buscando seducir;  todo esto lleva sello de muerte porque la amistad con el mundo es enemistad con Dios.


Dice la palabra de Dios en Cantar de los Cantares Cap. 2 ves. 15 Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas están en cierne”.  Leyendo sobre estos animalitos me llamó la atención que les encanta comerse la flor de la planta antes que de esta flor salga el fruto (este tiempo se llama cierne); obviamente este fruto no va a nacer si es comido, de esta manera la viña se convierte en un lugar con muchas plantas pero sin frutos, una plantación de pura apariencia.

Quizá has pedido a Dios prosperidad, salud, un mejor trabajo, obediencia de tus hijos, que el dinero te alcance y te sobre dinero para no quedar tan apretado y no has visto la luz;  antes de reclamar o hacer conjeturas debes revisar tus actos, tus pequeñas acciones;  debes analizar si llevan sello de vida(obediencia a Dios) o de muerte porque  el problema es que lo que sembramos eso también recogemos: si sembramos prepotencia recogemos desprecio y falta de ayuda; si sembramos maltrato y gritos recogemos resentimiento, odio y temor; si sembramos persecución recogemos ataques; si sembramos quejas recogemos desilusión y fracaso, si damos mal testimonio con qué autoridad corregiríamos a nuestros hijos. Si no buscamos a Dios no obtenemos ayuda y si sembramos desobediencia perdemos la bendición.

Mi amigo, mi amiga: ¿cuáles son las pequeñas acciones que te roban la bendición que Dios quiere darte?  ¿ cuales son las puertas que estás abriendo para que las zorras entren y  te dañen las cosechas:  tus ojos seductores y morbosos  que reflejan un corazón sin Dios, tu orgullo que encubre tu sentimiento de sentirte inferior, tu vocabulario para demostrar que eres macho o tu afán de conquista para llenarte de trofeos de guerra a base de cadáveres?   Solo uno mismo sabe realmente en que está fallando.


 Nos cuenta la Biblia que una vez un hombre llamado Acán en la conquista de una ciudad codició un maravilloso manto babilónico, 205 ciclos de planta y un lingote de oro de 50 ciclos de peso y los escondió bajo la tierra en su tienda, estos  objetos eran una mísera parte del  tesoro de Dios,  sin embargo,    esta acción tan insignificante  le costó su  vida y pagó con  la muerte  toda su familia porque en ello iba desobediencia, tomar el nombre de Dios en vano, robo, codicia, mentira, idolatría y anatema(los objetos debían ser ofrecidos a Dios y quemarse pues habían sido de pueblos idólatras y el pueblo de Dios no podía contaminarse)

No te equivoques Dios no puede ser burlado: esconder  en la casa, en la computadora, en tu mente o en tu corazón algo prohibido solo acarrea maldición, miseria, pobreza y separación de Dios. Jugar con fuego pensando que nadie se va a dar cuenta te trae destrucción. Arrepiéntete, pide perdón a Dios y endereza tus caminos, no te contamines más. Invita  hoy a Cristo en tu vida.

 La  salvación  o pérdida de tu casa empieza contigo: tú decides.  Por mi parte, y como dijo Josué: “yo y mi casa serviremos al Señor”



 El Señor te bendiga



Escrito por:
Luis Gustavo Ramírez. Renshi





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