lunes, 11 de julio de 2011

Makiwara: Cuestión de decisión


Karatekas de Okinawa practicando con el Makiwara


Si crees que esta lectura no es para vos, seguí leyendo; tal vez sí lo sea.

El makiwara, que en japonés significa literalmente rollo de paja,  es un dispositivo creado en Okinawa con el fin de endurecer y fortalecer las partes del cuerpo que iban a ser usadas en combate cuerpo a cuerpo. Consiste en una tabla o poste duro que se inserta en el suelo y cuyo extremo superior se envuelve en mecate o paja.

El procedimiento consiste en dar unos cuantos goles sobre él cada día a puño limpio; esto va creando con los días un cayo muy fuerte provocando la resistencia y fortalecimiento del hueso (ley de Wolf 1892), además de condicionar la correcta postura de ataque. Todo esto va a permitir al practicante, después de un tiempo, el poder lograr el rompimiento de tablas, ladrillos y otros materiales con la fuerza y técnica de sus manos, pies o codos.

Así, comparado con la práctica del makiwara,  hay sucesos y experiencias en nuestra vida que golpean nuestro corazón, y aunque estas vivencias  no debieran tener mayor relevancia, le damos mas importancia de la que tienen y nuestra mente va trayéndolas a memoria día con día, constantemente; y se agravan cada vez que nos sentimos cansados, agobiados, secos, deprimidos, o  cuando las nuevas experiencias que se nos presentan son similares con personas o hechos.

De esta manera aquella frase que nos hirió, el grito que nos desmotivó o enfureció, la maestra que nos ridiculizó, los compañeros que se burlaron, el amor que nos despreció, el jefe que nos maltrató, la inexperiencia de nuestros padres al criarnos (porque no nacieron aprendidos) y otras tantas vivencias nos dejaron una marca,  que al recordar  volvemos a vivir: y envenenamos nuestro corazón formando en nosotros una coraza que nos quita la sensibilidad y nos impide movernos con libertad y  vivir en paz.

Proverbios  Capítulo 4, versículo 23 nos dice “Por  sobre toda cosa guardada guarda tu corazón porque de él emana la vida”. Y en verdad si no tenemos cuidado cada vez que recordamos malos momentos, o resentimos lo que nos hicieron, endurecemos nuestro corazón y nos limitamos a crecer, no disfrutamos de nuestro alrededor y además, sin querer,  herimos a nuestros seres amados: todo por pensar en nuestras malas experiencias.

Volviendo  al makiwara para que el cayo o capa dura de piel desaparezca de nuestro cuerpo lo que hay que hacer es dejar de golpearlo por un tiempo no muy largo y la inflamación y tamaño anormal de las manos desaparece rápidamente; pero es cuestión de decisión: decido dejar de golpearlo y ya.

Así somos nosotros: o vivimos para recordar lo malo y nos llenamos de cosas que nos estorban o decidimos perdonar y bendecir a los que nos hirieron y empezamos a crecer.

Los malos recuerdos son un estorbo para el crecimiento adecuado, es como una llaga que no cicatriza y nos produce infección. De esa mala semilla de resentimiento y odio nacen enfermedades crónicas, depresión, problemas de piel, reumatismo, sinusitis y otras.

El pasado influyó en nuestro presente; no podemos devolvernos ni remediarlo, sin embargo el futuro depende de lo que hagamos hoy. Si decidimos limpiar el terreno (nuestro corazón) y sembrar una buena semilla(amor, comprensión, perdón) recogeremos una buena cosecha de alegría, buen vivir y paz; así podemos pedir a Dios que nos ayude a cumplir nuestros sueños. No hay nada más exquisito que comer y dormir con tranquilidad verdad!

Mi amigo, mi amiga  debemos  limpiar nuestro terreno para que sea tierra fértil; para sembrar las buenas cosas que vienen. Si tenemos un cofre lleno de herrumbre y suciedad lo bueno que guardemos se va a ensuciar, si es que cabe algo: entonces debemos vaciar el cofre de nuestro corazón y limpiarlo decididamente. 

Es una decisión: la forma práctica de  dominar la mente.  Eso es pureza para llegar a la luz: el camino del guerrero. Así Dios puede poner sus bendiciones en envase nuevo, en odre nuevo: en nuestro nuevo yo.

No somos perfectos y quien nos hizo daño tampoco lo es: no tiene caso seguir llevando y recordando  lo mismo que nos amarga: llevar un yo viejo y un yo nuevo pesa demasiado;  hay que soltar el viejo ya: dejarlo ir; si no lo hacemos vamos a terminar destruyéndonos poco a poco.  La palabra de Dios es clara: “De manera que si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (II Corintios 5:17).  ¿Entonces qué estás esperando?



Dios te bendiga


Escrito por:
Luis Gustavo Ramírez M.
senseiluisgustavo@hotmail.com


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