domingo, 11 de noviembre de 2012

31 de Octubre





Hoy 31 de octubre muchos celebran con mascaradas, disfraces, licor y bailes una fiesta pagana llena de ocultismo, brujería, invocación de demonios, esoterismo y magia negra. Hoy muchos sin saberlo ofrecen a Satanás sus alegrías y festejos, hoy se habla de espantos, de fantasmas, payasos y figuras de terror. Hoy sin saberlo muchos celebran el día principal del satanismo donde los grupos de rock satánico son bendecidos, donde se hacen sacrificios de sangre para alabar a los demonios, donde se bebe la sangre de gatos negros y la sangre de inocentes y donde la calabaza representa la sonrisa sarcástica de ángeles caídos.

Aquelarres, maldiciones, conjuros y gritos de personas que no tienen el verdadero conocimiento de lo que es Halloween y abren puertas al mundo demoniaco para ser luego oprimidas de diferentes maneras por estos demonios con enfermedades, depresión, rencillas, problemas económicos y familiares.

No obstante hoy yo lo que celebro es la Victoria que El Señor Jesucristo tuvo en la Cruz del calvario cuando al tercer día resucitó, celebro que en Cristo ahora tenemos autoridad para hollar serpientes y escorpiones, celebro que la Sangre Bendita de Cristo me limpió de mis pecados y que los que le recibimos y reconocemos como Señor y Salvador tenemos una nueva vida llena de paz, de amor y con la promesa de Dios Todopoderoso de tener la Salvación de nuestras almas.

Hoy y todos los días celebro que en Jerusalén la tumba donde pusieron a nuestro Señor Jesús está vacía y que ni aun la muerte pudo con él.

Por eso para mi Halloween es tan solo un engaño de Satanás que no puede olvidar que fue vencido por el Hijo de Dios Vivo que resucitó al tercer día.



¿Y tú que celebras: las manifestaciones de muerte o deseas recibir a Cristo como Señor y Salvador y tener una Vida en Abundancia?



Dios te bendiga



Escrito por:

Luis Gustavo Ramírez. Renshi 
senseiluisgustavo@hotmail.com









Tiempo de prueba





Nuestro caminar por  la oscuridad del desierto

Todos conocemos el concepto de oscuridad; podemos definirlo como falta de luz, un mundo de sombras, un color negro que nos invade, etc. Así también podemos definir desierto: un lugar interminable, seco, árido y de calor intenso, desolado y, por supuesto nuestro deseo es el de ¡no estar ahí!;  puede estar cualquiera menos nosotros que preferimos la playa, un hotel de montaña o estar cómodamente sentados en nuestra casita; o sea  en nuestra “zona de confort”.
         No obstante,  debido a que somos peregrinos en esta tierra, nuestro espíritu constantemente entra, está dentro o sale de un desierto; este lo constituyen los problemas, una difícil situación económica, una enfermedad en nosotros o en nuestros seres queridos, o bien situaciones adversas por causas que salen fuera de nuestro control: un despido, un choque, un accidente, un divorcio o separación o  una traición hacen que caigamos desde lo alto y sin paracaídas en pleno desierto.

             Cuando nos sucede lo anterior empezamos a ver a nuestro alrededor y nos sentimos desprovistos de toda protección, desamparados tenemos sed de palabras, sofocación de emociones, nos arrastramos en la arena de los problemas y el intenso sol del estrés quema nuestro ánimo, es así como desfallecemos esperando una señal de cielo que sentimos que nunca va a llegar a tiempo.

Antes de este terrorífico final pasamos por varias etapas, el orden puede ser otro,  podemos tener algunas o nos quedamos estancados en otras:

  • La etapa del “ahorita pasa”  nos encontramos con el problema y pensamos que tiene una rápida solución; que no hay de que preocuparse
  • La etapa de la esperanza: han pasado los días y no encontramos la solución, sin embargo no perdemos la fe de que todo salga bien.
  • La etapa de la presión: es cuando empezamos a forzar las cosas para solucionar de un tajo, aquí empieza el mal carácter, buscamos nuestra manera de hacer las cosas, obligar a la personas, ¿nadar contra corriente?  Ya veremos.
  • La etapa del reclamo: empezamos a reclamarle a todos los que nos rodean, reclamamos a Dios el porqué de lo que está sucediendo. No hayamos respuesta: “Dios no está” creemos que no nos escucha, nos enojamos y discutimos con él: que conflicto: está o no está,  ¿si no creo que me escucha porque le reclamo? …No sabemos
  • La etapa de la culpabilidad  empezamos a culparnos nosotros mismos por lo que ha pasado, pensamos ahora que Dios no nos contesta porque somos pecadores, estamos sucios y no  merecemos  ayuda porque hemos pecado, de ves en cuando dialogamos con nosotros mismos:

-¿será que Dios tiene preferencia?
...bueno pero Abraham, Jacob y los otros también sufrieron
…si pero lo pasaron…bueno pero eran santos
-Pero yo no soy tan malo, ¿que he hecho para merecer esto?
…te parece poco la vida que has llevado
-pero no dicen que cuando uno nace de nuevo es una nueva criatura
…y si las cosas viejas pasaron porque sigo con este sufrimiento
          ¿Bueno pero donde está Dios?...


  • La etapa de limpieza:   Realizamos una observación interna e iniciamos deliberadamente los ayunos, las oraciones, los sacrificios, leemos la palabra, empezamos a diezmar  y ofrendar sin planificación y  sin voluntad. Pensamos en el intercambio: doy para que Dios me de.
  •  La etapa de resignación: esta es una de las más difíciles: es cuando nada de lo que hicimos nos solucionó el problema; pensamos que Dios no contestó, ya no leemos, escuchamos la palabra pero nuestra mente nos dice: eso no es para mí. Es la sequedad de la fe, la frustración, la desilusión y la desesperanza.
  • La etapa del extravío: seguidamente nos separamos de las cosas de Dios, pensamos que no tiene caso congregarse, vemos que Dios “prosperó a todos” menos a nosotros, curó a todos menos a nosotros y nos resentimos con él deseando que ya termine todo y esperando morir.


Mi amigo, mi amiga; crees que solo te está pasando a ti, te diré una cosa yo lo he vivido, me he sentido tan solo y tan desamparado y he estado tan desilusionado de luchar sin resultados que solo espero que llegue la noche para tomar un somnífero y dormir. Mi mente le reclama a Dios constantemente y me siento culpable; he pedido perdón mil veces por pecados que sé que ya Dios perdonó, me siento sucio sabiendo que Cristo me lavó de mis pecados y he perdido muchas veces la esperanza sabiendo que Dios tiene todo bajo control.

Es duro; nuestros ojos  duelen porque están secos de tanto llorar y  he escrito esto en pleno desierto sabiendo que un vaso de barro no puede decirle al Alfarero que hacer; solo podemos esperar y dar buen fruto. Pedro lo sintió cuando negó al Señor Jesucristo después de caminar con él tres años y después de asegurarle que nunca le iba a fallar, Jeremías se lamentaba del sufrimiento, Job lo vivió hasta en su carne, Sansón sufrió ciego y esclavizado, José fue despreciado y vendido por sus propios hermanos, Abraham sufría días intensamente cuando supo que tenía que sacrificar a su único hijo, al cual amaba; Moisés sufrió en el desierto sintiéndose forastero y dueño de nada después de que había sido príncipe de Egipto, Pablo quedó ciego y enfermo por mucho tiempo, además de sus sufrimientos,  persecuciones y maltratos;  Jacob  tuvo que huir de su casa porque su propio hermano lo iba a matar, Noé humillado, incomprendido y burlado por hacer un arca donde ni siquiera llovía, Elías cayó en depresión y desesperación perseguido por  sus enemigos y Jezabel ; los apóstoles murieron martirizados y el mismo Señor Jesucristo lloró y sufrió y  fue abandonado por sus mejores amigos;  y en la cruz, recuerdas una de sus palabras: “Dios mío Dios mío porqué me has desamparado”.

Pero después del desierto de sufrimiento, soledad y dolor todos tuvieron victoria: todos dieron agradable aroma y buen testimonio en sus pruebas. ¿Piensas que es muy tarde para que el Señor te llame, te entregue un ministerio o haga su obra en ti a tu edad y con tus limitaciones? Pregúntale a Abraham que vio cumplida la promesa de un hijo a los 99 años, pregúntale a David que fue rey después de vivir en cuevas perseguido como un criminal, pregúntale a Pablo perseguidor de cristianos experimentando el perdón y la misericordia de Dios en él; pregúntale a José después de ser vendido, esclavo y en la cárcel fue segundo después del Faraón de Egipto; y pregúntale a Juan el Bautista  cuando ante burlas y amenazas preparó el camino al Señor  y cuando el mismo Jesús dijo de este profeta las palabras mas bellas.

Mi amigo, mi amiga en tiempo de prueba, de desierto ¿cuál es el perfume que sale de ti? ¿Cuál es tu testimonio, cuáles son las palabras que salen de tu boca y cuál es tu declaración de fe y confianza en el  Dios Todopoderoso?

Para sobrevivir en el desierto se necesita amor por la vida, excelente actitud positiva ante la adversidad y ser diligente orando y pidiendo dirección y sabiduría a Dios para encontrar la salida.

En tu desierto Jesús es el Agua Viva que te da la vida, tú decides si te dejas morir o lo buscas y le pides que te dé la victoria.

Los camellos y mercaderes que Dios te envió con tu provisión ya vienen de camino a tu encuentro. Solo resiste un poco más, solo un poco más.


Que Dios te bendiga


Escrito por:                                                                  
Luis Gustavo Ramírez. Renshi
senseiluisgustavo@hotmail.com







sábado, 3 de noviembre de 2012

La mente en la batalla




Aunque estéis tranquilos, vuestro espíritu está alerta, aunque estéis apremiados, vuestro espíritu no esta apremiado. La mente no es arrastrada por el cuerpo, y el cuerpo no es arrastrado por la mente. Poned atención a la mente, no al cuerpo. No permitáis que haya insuficiencia ni exceso en vuestra mente. Aunque superficialmente tengáis el ánimo débil, permaneced fuertes por dentro y no dejéis que otros vean vuestra mente. Es esencial mantener vuestro espíritu libre de desviaciones subjetivas”

Lo anterior lo escribió Miyamoto Musashi: el samurái más famoso del Japón como una de las estrategias en la batalla en su libro “El Manuscrito del Agua”

 

Aquí te comparto mis palabras:

                                                         Nuestra mente es el mayor campo de batalla donde día con día combatimos contra nosotros mismos; pensamientos de cobardía, depresión, baja autoestima, derrota, ira y  tristeza son enemigos de todos los días. Parecieran inofensivos cuando estamos meditando, orando o simplemente descansando pero se activan en el momento de la tensión, con los problemas y las molestias que nos causa el medio, las acciones de  personas de nuestro alrededor o nuestra  situación económica.

Ante estos detonantes,  nuestros enemigos mentales se arman con filosas espadas que cercenan nuestro buen ánimo, nuestro positivismo y llegan a cortar y hacer daño a nuestra salud. Si usted amigo-amiga se tomara  una fotografía cuando esta usted  en estos momentos de dificultad vería algo tan impactante que no podría creerlo pues es  miraría a su otro yo, el que no quiere ver, el que se refleja.

Lo peor de esto es que si no nos controlamos y no le pedimos la ayuda a Dios a tiempo; a través de la oración,  estos enemigos van debilitándonos;  y aunque usted no lo crea,  hay espíritus demoníacos que ingresan  a  nuestro cerebro ideas erróneas con mas fuerza, por eso algunas  veces una determinada situación nos recuerda algo desagradable de nuestra infancia, algo que nos repugnó o simplemente empezamos a pensar que no valemos nada, que somos débiles, que no vale la pena que vivamos y que nuestro problema no tiene remedio; otras veces pensamos que de nada ha servido nuestra vida, que no merecemos la misericordia de Dios y que no tiene caso seguir luchando.

Jesucristo dijo que el diablo viene a robar, a matar y a destruir; eso es lo que quiere hacer con usted si le abre la puerta de su mente y si deja pasar esos pensamientos nocivos que siempre se dirigen en su contra o en contra de sus seres queridos haciéndolo a usted perder la calma y proceder a lastimarse a usted mismo o  a lastimar a los demás.

La palabra de Dios dice que no nos dió Dios espíritu de cobardía  sino de poder, de amor y de dominio propio. (II Timoteo 1:7)

Algunos monjes orientales usan la meditación para aislar estos pensamientos o los dejan pasar, algunas corrientes filosóficas y artes marciales tienen como propósito el encuentro con si mismo, no obstante a la hora del desastre esto no les ayuda a salir adelante.

La diferencia entre una falsa doctrina y la Verdadera es que la primera se sirve de un sinnúmero de artificios, esoterismo, meditación trascendental y otras “técnicas” o disciplinas  para equilibrar al individuo; una verdadera, en cambio;   encamina a la persona a través de Cristo a Dios, quien es la fuente de toda bondad, amor, paz, calma, salud y magnificencia.

La mejor forma de encontrar paz y armarse fuertemente para los ataques del enemigo es la oración; es reconocer nuestra propia debilidad, defectos y errores y buscar la santidad y la obediencia pidiendo la guía del Espíritu Santo de Dios; solo así : porque lograr la victoria uno solo es imposible.

No obstante,  la mentira del enemigo es que dentro de uno mismo está la solución de los problemas y que uno es un dios porque con la mente puede lograrlo todo,  si es así porque los que practican el control mental no ha resucitado o porque no pueden detener el envejecimiento del cuerpo?; alguien me dirá que han rencarnado en un ser menor o mayor según su comportamiento o iluminación  en su ser anterior;  mi amigo-mi amiga no existe tal cosa.  No tendría caso después de la muerte volver a vivir en este mundo por la falta de juicio. Eso es ni mas ni menos que  una falsa doctrina;   la palabra de Dios  dice: “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).

Pero mientras llega nuestro llamado a la eternidad debemos defendernos de nuestros enemigos vistiéndonos con la Armadura de Dios (Efesios 6  10-19), de lo contrario perderemos nuestra batalla.

Debemos cuidar  lo que entra en nuestra mente y  sobre todo  lo que nosotros mismos ponemos ahí, si nuestra mente se llena de basura  nuestras acciones estarán putrefactas (basura entra-basura sale)

Mi amigo, mi amiga pídele a Dios la Mente de Cristo y  entonces a través del Espíritu Santo vas a tener la victoria.


El Señor te bendiga

 

Escrito por:

Luis Gustavo Ramírez. Renshi