jueves, 14 de julio de 2011

Principio de Ritmo: El poder de Dar

Kendo: El  Arte de la esgrima japonesa


Hyoshi o Kokoroete shori o Tsukamo (Comprende el Ritmo para alcanzar la victoria)
Miyamoto Musashi.


De acuerdo a los escritos de Musashi; el samurái más famoso del Japón hay un ritmo en todas las cosas que nunca debe ser ignorado; que debemos diferenciar los ritmos grandes y pequeños, lentos y rápidos para seleccionar los que son compatibles con los propósitos de uno.

En Eclesiastés 3 se nos describe que todo tiene su tiempo y que todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.

En artes marciales el Ritmo se relaciona con velocidad y distancia; para ganar un combate debemos conocer el ritmo de nuestro oponente; utilizar uno propio y anticiparse para ganar (Sen no sen). Un Ippon (punto ganado en combate japonés) o un suplet (desarme rápido en Arnis, arte marcial filipino) se logra cuando rompemos el ritmo de nuestro adversario.

Si todas las cosas tienen un tiempo y un ritmo; nosotros entonces nos movemos en un mundo cambiante; esto nos lleva a la forma en que nos desplazamos o permanecemos. Veámoslo de esta manera: para que uno gane un combate uno debe transferir energía, convertir Energía potencial en Energía Cinética; es decir “Ley de Atracción-Reacción”. Todo lo que hacemos tiene entonces su consecuencia.

Cuando iniciamos un arte marcial de tipo ofensivo como la Esgrima, el karate o el judo tanto nosotros como nuestro oponente realiza la acción de dar; se dan bloqueos, se dan golpes; se dan contraataques, etc. Cuando entrenamos damos nuestro esfuerzo, cuando damos buen rendimiento alcanzamos un trofeo, un grado o una promoción; dependiendo del caso.

A este punto quería llegar: cuando empezamos a dar de nosotros mismos cosas buenas: empezamos entonces a recibir cosas buenas.

El primero que ejecutó el principio de Dar fue Dios, quien rompió el ritmo de la Tierra y las tinieblas y a través del Espíritu Santo dió orden y creación a la tierra, el cielo y las aguas; fue él quien dió vida al ser humano y les proporcionó alimento y abrigo.

Aun cuando el mundo se perdió en el pecado por la caída; Dios Todopoderoso da una solución desde el principio: “De tal manera amó Dios al mundo que ha dado su Hijo unigénito para que todo aquel que en  él crea no muera mas tenga vida eterna (Juan 3:16).

Querido amigo, querida amiga; usted me puede decir ¡bueno, pero qué puedo dar si no tengo nada…! voy a explicarle: todo lo que usted sabe y ha aprendido a lo largo de su vida sirve, si lo pone en manos de Dios para ayudar a otros. Podemos dar una sonrisa cuando nos levantamos en la mañana; podemos dar la mano a una anciana o a un minusválido que cruza una calle, podemos ayudar a un compañero en el dojo (sala de entrenamiento de artes marciales), a realizar una técnica que conocemos, podemos barrer nuestra casa, ayudar a nuestra familia, hacer una llamada a alguien con quien no hablamos desde hace tiempo; podemos dar un elogio a alguien que se puso una prenda de vestir nueva; y si tenemos algo de dinero podemos comprar un buen libro, un pastel o un almuerzo a alguien que apreciamos. Y en nuestro trabajo podemos dar lo mejor de nosotros y ser luz para otros.

El secreto de tener es dar. Jesús multiplicó los cinco panes de cebada y los dos peces porque hubo un muchacho que los dió cuando era lo único que tenía y así se alimentó una multitud (Juan 6:9).

¿Comprende la idea? Como maestro uno empieza a aprender hasta que empieza a enseñar; y enseñar es lo mismo que dar de nuestro conocimiento.

Los artistas como Salvador Dalí, los escritores como Cervantes, Shakespeare, los seres evolucionados como la Madre Teresa, Francisco de Asís, Martin Lutero, Gandhi; por mencionar unos pocos, dieron lo que tenían a los demás.

Dando de nosotros mismos a los demás es como alcanzamos la victoria.

Usted pasa trabajando, entrenando, leyendo, aprendiendo día con día, pero ¿cuánto de eso está dando a los que le rodean?, créame mi amigo, mi amiga; cuando usted empieza a dar de lo que usted tiene a los demás usted empieza a ganar y encontrar mayor satisfacción de la que había encontrado antes.

Dar entonces es conocer el ritmo y como en el combate y en la música el ritmo establece que se continúe marcando el compás, define la velocidad y forma de una técnica o pieza musical en el espacio. La duración de la melodía es su propia vida, la velocidad representa las veces que usted ejecuta la acción de dar, la forma es su buena voluntad para hacerlo y la técnica realizada o pieza musical ejecutada es lo útil que usted sea para los demás, es decir el fruto que sale de usted. Alguien dijo una vez: “no te preocupes por lo poco que tienes, cuando empieces a dar Dios te proveerá todo lo que necesitas”.


El Señor te bendiga.


escrito por:

Luis Gustavo Ramírez M.
Renshi  Fuku Shidoin

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